Hay algo que me seduce en la nostalgia. Crecemos desarrollando amor por las cosas; por la máquina de coser de la abuela, el reloj de papá, las marcas en la pared que muestran cuánto crecimos cada año. Nos convertimos en adultos y terminamos guardando un popurrí de fragmentos desconectados que nos remiten a lo que amamos. Combinamos la identidad que heredamos con la que construimos, y no siempre dialogan bien. Quizás por eso, a veces, los espacios que habitamos tampoco saben bien quiénes somos. Me llamo Catalina y soy arquitecta. Pero no elegí la profesión para levantar muros, sino para construir lugares, momentos, anécdotas. Pienso que el corazón de los edificios está en su interior, en lo invisible; en cómo dejamos nuestra marca para refugiarnos, para sentirnos nosotros mismos. No se trata de elegir qué florero te gusta más, sino de que puedas mirar a tu alrededor y ver un pedacito de vos en cada rincón. No voy a imponerte ninguna tendencia. Voy a ayudarte a amalgamar todos los fragmentos que te componen y plasmarlos en tu espacio. Quiero saber quién sos, y sobre todo que vos también lo sepas. Cuando tenés claro qué te define, ya no dudás en cómo querés vivir.SOBRE MÍ
Proyecto desde lo que soy.
DETRÁS DEL DISEÑO